jueves, 14 de enero de 2016

La tierra, la patria

Le escribí a un amigo, a uno de verdad. Le dije que no me gusta este país, que es hostil, que no entiendo a la gente y sus dinámicas, que me miran y me tratan como extranjera y les tengo rencor por eso pero que, al final, termino sintiéndome, efectivamente, como extranjera.... y me duele pero también me alivia.

(¿Uno podrá decidir ser extranjera con respecto a ciertas cosas? Algo así como hacer una selección de...)

Y mi amigo, que es un espejo cuando más lo necesito (eso son los amigos, eso y muchas otras cosas, pero esto es clave), respondió a mis quejas así:

¿Cómo así que no te gusta ese país? ¡No te creo! Años pasaste hablando de él, contándolo, inventándolo, rastreándolo en el fondo de las pinturas de Frida y Diego, entre los párrafos exagerados de Bolaño y en las naciones de Maná (jaja: tenía que decirlo). Aunque creo que entiendo lo que te pasa. A mí me pasó algo parecido...  con Río. No es el mismo Río el de vacaciones en carnavales con tu pana Roberto que el Rio al que vienes a ser un inmigrante sin papeles de trabajo, a subirte en buses y sufrir tráfico, a estresarte, trabajar, pelear... De repente la ciudad no es taaan amable, la gente no es taaan chévere ni taaaan abierta así como parecía serlo al comienzo. 

Nosé....noséno 

Decimos: "la tierra que me vio nacer" con una facilidad escandalosa. Pero no hay tierra que nos mire y ya no queremos nacer de frente a ella. Es una metáfora y no: cada vez nacemos más lejos de la tierra.

¿A qué se habrá referido el primero que dijo esa frase con eso de "la tierra"?


Entonces...

"Ni siquiera puedo decir que tengo “un lugar al que volver”, sino que más bien es una necesidad repentina de encontrar mi sitio porque vivo en una sociedad que me dice que, por mucho que me sienta nómada y quiera serlo, encontrar el propio sitio es una meta que todos hemos de lograr. Supongo que al final encontrar el propio sitio no es más que encontrar el equilibrio entre lo de dentro y lo de fuera y no sentirse lejos de ningún lugar. Pero para eso el mundo tendría que tener el tamaño de un mapa."

Virgina Mendoza 


domingo, 27 de julio de 2014

A

He querido regresar tantas veces que ese deseo está ya desgastado. Ya no sé a dónde, a quién, a qué volver. Ya no quiero volver.

No puedo respirar:
muero de ganas por volver.



No me doy cuenta de que, en realidad, quiero regresar a un tiempo; volver a ser quien era en ese momento, no haber perdido lo que perdí y poder quererlo y abrazarlo de nuevo no soltarlo y poder quedarme ahí para siempre. Pero no hay siempre. Eso ya no existe, es sólo una fotografía.

nostalgia

(Del gr. νόστος, regreso, y -algia).

1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos

2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida



Yo no quiero "hacer nuevos amigos". A veces creo tener el corazón lleno, lo habitan mis hermanos, que no saldrán de ahí nunca.

No hay espacio para nadie más.

Siento el corazón hincharse. Me maravillan ustedes que no conocía y estoy conociendo. Podría quererlos, podría amarlos. Podrían ser también mis hermanos.

¿Siempre perderemos la dicha?, ¿hay algún bálsamo?, ¿algún sosiego nos espera?

melancolía.
(Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολία, bilis negra).


1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.

2. f. Med. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes.

3. f. ant. Bilis negra o atrabilis.


¿De dónde viene la tristeza?

Es un saco que ya no me quito, se ha vuelto parte de mi espalda. A donde voy, me sigue.

No quiero nada.

A veces hay algo turbio que se mete en mi cuerpo, en mi mente y sólo puedo acostarme y dormir. La cama se convierte entonces en una maraña, como un bosque pegajoso. No me deja levantarme.

Me domina.

No puedo levantarme.

No logro separar el escenario de un recuerdo preciado del momento en el que sucedió, seguramente por eso voy recorriendo los lugares increpándoles que sean los que antes, como si quisiera que me devolvieran lo que me pertenece. Estoy furiosa con los lugares, especialmente porque están tan apartados unos de otros.

Creo que no me fui completa pero, si lo pienso mejor, tampoco me recuerdo completa allá.

¿Qué busca el que se va?

Y el que llega: ¿qué viene persiguiendo... o es acaso que viene perseguido y por eso la prisa y la angustia?

Podría intercambiar tantas veces el aquí y el allá... lo he hecho, quizás por eso carecen de significado.

No quiero volver. No quiero quedarme.

¿Es necesario siempre estar?

¿Dónde está lo que no está?

Siento culpa. No debí dejar tanto. No debí despedirme. No debí....

Debe ser "la tristeza de las simples cosas"




No voy a volver.


Quizás
               sería conveniente
                     
                             sólo

                                         esperar